viernes, noviembre 24, 2006

Aceptar el destino: Sabiduría o conformismo?



"...mi Dios no juega dados, quizás esté a mi favor..."

Un antiguo dicho oriental ensaya que "Debemos tener fuerza para cambiar lo que podemos cambiar, resignación para aceptar lo que no podemos modificar y sabiduría para reconocer la diferencia" y en una línea similar de razonamiento hay otro que reza que "si tenemos un problema y tiene solución no deberíamos preocuparnos y si no tiene solución tampoco" con impecable lógica. Aunque yo en todo caso diría que un problema que no tiene solución no es siquiera un problema, ya que la posibilidad de una solución es lo que define ontológicamente la existencia misma de un problema. Caso contrario es simplemente un hecho.

De cualquier forma es probable que todos nosotros hemos escuchado alguna ves este tipo de dichos o refranes con la íntima convicción de que es fácil decirlo pero bastante más difícil ponerlo en practica en nuestra vida cotidiana, aún cuando intuimos que hacerlo nos haría muy probablemente más felices.
Será que necesitamos los "problemas" para vivir? Yo en realidad arriesgaría la siguiente teoría: Los "hechos" (las desgracias, las pérdidas. los fracasos, etc.) existen objetivamente, pero los "problemas" son inventos nuestros debido a nuestra necesidad de enfrentar desafíos que den sentido a nuestras vidas o bien a causa de nuestra incapacidad de aceptar la realidad tal como es, o ambos. (O será que tal vez uno es consecuencia del otro?)
Dónde el inconformismo-motor-de-la-acción se transforma en inconformismo-causal-de-la-angustia? Buena pregunta... La mejor respuesta que se me ocurre la he sacado de los juegos de video.
Aquí les cuento un secreto: Me encantan los videojuegos, justo ahora estoy jugando Oblivion, un complejo juego de rol-acción para adultos que es fantástico. Porqué me gustan tanto los videojuegos? Porque estos verdaderos "universos alternativos" presentan extraordinarias posibilidades de aventura, diversión y aprendizaje. Lo primero que se aprende es que a diferencia de la vida real los desafíos han sido concebidos por los autores para ser ser resueltos de alguna manera. El contrato tácito entre el jugador y el autor es que los problemas son solubles, que el "desenlace exitoso" de la aventura es posible con la suficiente cantidad de esfuerzo, inteligencia y perseverancia por parte del jugador.
Esto no necesariamente ocurre en la vida, donde por empezar no todos jugamos con las mismas cartas, ni tenemos igualdad de oportunidades, ni tenemos tampoco asegurado el éxito de nuestros planes con sólo poner la cuota adecuada esfuerzo, inteligencia y perseverancia. El caprichoso azar y el destino los otros jugadores imponderables en nuestro juego son bastante impredecibles y no preguntan si nos gusta o no, tampoco son justos ni injustos, simplemente "son".
Ni que hablar de aquellos que realmente han tenido problemas graves que van desde guerras hasta impedimentos físicos de nacimiento, accidentes, etc. y sin embargo en muchos casos viven con mucha valentía y dignidad, a diferencia de los "quejosos de siempre" que tienen todo para ser felices y no lo pueden aprovechar.
Porque lo que si está seguramente en nuestras manos es jugar las cartas que nos tocaron en suerte lo mejor que podamos y buscándonos problemas-desafíos que sean en lo posible solubles, proyectos factibles, sueños realizables, ambiciones acordes a nuestras posibilidades actuales o al menos del futuro inmediato, (de ahí que sea tan importante conocerse en profundidad a uno mismo). Mejor si están en el límite, mejor si nos retan al máximo y nos demandan el esfuerzo que significa intentar ser mejores. Pero seamos sabios: al igual que en los videojuegos démosle al muchachito la posibilidad de ganar. Ponernos metas irrealizables o creer en quimeras inalcanzables, es probablemente una importante fuente de frustración e infelicidad. Lo mismo que aquellos románticos bienintencionados que pretenden cambiar a un Mundo que en realidad ya está en permanente cambio pero según sus propios e indescifrables designios y no según la particular opinión de Perengano de cómo debiera en realidad ser el Mundo, por ejemplo mas justo, menos violento, etc. (ver "Paren el Mundo que me quiero subir!")
Por otro lado existe a su vez una forma fantástica para cambiar nuestra realidad y el mundo en que vivimos: Cambiar nuestra forma de mirarlo, tratar de acortar un poco la brecha entre el "ser" y el "deber ser" muy probablemente nos traiga un poco mas de serenidad y sabiduría interior. Quejarnos eternamente de los hechos que no tenemos prácticamente ninguna posibilidad de cambiar es estéril y por otro lado nadie garantiza que el Mundo sería realmente un lugar mejor a la larga si mañana le dieran al mencionado y bienintencionado Perengano el poder divino de cambiarlo todo en una semana según su omnipotente parecer...
Pero volviendo a la pregunta inicial: Aceptar nuestro destino: Sabiduría o conformismo? Yo diría mantenernos en el borde, lo cual sería algo así como aceptar lo que no podemos cambiar, pero verificar permanentemente esas opciones y estar dispuestos a ponernos en acción en cuanto la realidad, dinámica por naturaleza, nos brinde la oportunidad. Lo dicho: Jugar las cartas que nos vayan tocando y trabajando para ser mejores nosotros (porque de esa forma el mundo si mejora), sin dormirnos y fundamentalmente disfrutando el viaje.
El destino es sólo un pretexto.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Bueno, nosotros, en ultima instancia, tenemos el control de nuestras vidas...

Aunque tambien hay cosas sobre las cuales no tenemos control...

Nuestra vida como tal, esta a cargo de nosotros mismos...

Y las cosas que no podemos controlar estan a cargo del destino...

De cierta forma, aquello que esta a cargo del destino afecta nuestra propia vida...

En este sentido, el destino de aquello que es parte del destino influye sobre nuestro destino... no?

Sinceramente,
Esteban Torres

zurdo_1432@hotmail.com

Anónimo dijo...

El Destino es real, todo se mueve a base del destino que tenemos ya trazado, de tal manera que hagamos los que hagamos es parte de nuestro destino, para bien o para mal. Si lo aceptamos como tal, seríamos mas felices, pero es muy fácil pensarlo o decirlo, pero tan difícil aceptar que no tenemos control en realidad de las cosas.
Para nuestro ego e inteligencia es inconcebible, es una locura total.